“Identidad de género en la consciencia de unidad”

Gestión de prioridades para esta Era digital es un entrenamiento en el que las y los participantes toman consciencia de que la mayoría de sus acciones y pensamientos que tienen a diario, no han sido escogidos libremente, sino que responden a un patrón condicionado por la cultura, la crianza, la educación, la carga genética, las experiencias propias y las familiares.

A poco iniciar el programa, estas personas descubren que, para poder ser realmente libres, y poder así elegir aquellas cosas que son importantes por sobre las que son urgentes, deben cuestionar sus paradigmas, sus creencias, la forma en la que reaccionan ante los estímulos, por qué piensan la realidad que les rodea de la manera en que lo hacen y cómo están pensando su propio mundo interior.

De la mano de Carl Gustav Jung aprenden a separarse de sus pensamientos, a observar su ego y a reconocer sus sombras, y sí… allí se develan los miedos, la culpa, la inseguridad de esas vidas que están siendo vividas casi completamente en el pasado o en el futuro. Allí emergen a la superficie esas mentes divagantes que critican, se quejan, comparan, enfrentan y compiten, con ese “otro” que representa todo lo malo, que encarna el daño, ese que queremos dejar atrás, pero persiste en nuestra propia resistencia.

Hombres, mujeres, personas, individuos que contienen en su inconsciente colectivo los arquetipos del ánima (la parte femenina que habita en el hombre) y el ánimus (la parte masculina que habita en la mujer), cuyo re-conocimiento abre una catarsis de comprensión y compasión por esa infancia herida, castrada, poco cuidada y hasta en algunos casos, cruelmente violentada que condiciona sus actuales vidas de hámster.

¿Has visto a un hámster girar sobre su rueda?

Nos levantamos rápido después de una noche de dudosa reparación, tomamos con suerte un desayuno de dudosa calidad nutricional, intercambiamos palabras pre-hechas desde nuestras máscaras o roles estereotipados y nos entregamos a la faena del “hacer” para alcanzar ese “tener”, que supuestamente nos otorga felicidad.

Y es verdad que, cuando llegamos al ejercicio con la matriz de Eisenhower, y deben realizar el ejercicio de clasificar sus actividades diarias en los 4 cuadrantes que dividen las cosas que son urgentes, de las importantes, las labores de cuidado y las actividades domésticas están mayoritariamente presente en el cuadrante 3 de las mujeres. En esa cajita que contiene las cosas que NO son importantes, pero sí son urgentes, las mujeres suelen poner esas tareas que, pudiendo ser delegadas, prefieren hacerlas ellas mismas por:

  • Evitar conflictos
  • No hay nadie más que las haga
  • Prefieren hacerlas porque creen me así quedarán mejor hechas
  • Las hacen para justificar su procrastinación
  • Representan ese perfeccionismo que no han querido/podido enfrentar
  • Entre otras

Pero al hacer doble clic en estas justificaciones, aparecen historias de mujeres que han permitido que hombres hayan normalizado el hecho de que su ropa no aparece por arte de magia limpia, planchada, doblada y guardada en sus closets. Y también aparecen historias de hombres cuyas madres les hicieron hacerse cargo de responsabilidades físicas y psicológicas que impidieron el normal desarrollo psicológico de ese ser humano.

Al hacer doble clic sobre el llanto y el recogimiento de mujeres y de hombres en las sesiones grupales de coaching, aparece, más que un patriarcado, una sociedad que encorseta y castra la diversidad, que castiga la originalidad, que sanciona duramente a quienes se atreven a salirse de la norma, de lo permitido.

Finalmente, y después de años dedicados a la educación de personas jóvenes y adultas, puedo contarles que en mis programas de entrenamiento no veo solo hombres o mujeres, ingenieros, cesantes, o profesionales de tal o cual tipo, jóvenes o personas adultas. Lo único que veo son personas más o menos dañadas… todas con una sola convicción: estas personas saben que necesitan cambiar, quieren cambiar, han intentado tantas veces cambiar, pero no saben cómo hacerlo.

Han llegado a ese momento en sus vidas en el que o cruzan el umbral del miedo y se arriesgan a salir de su zona de confort para ver qué hay más allá de lo conocido o lo aprendido, o se quedan ensimismados en sus días en los que se repiten los mismos diálogos, se ríen de los mismos chistes, discuten los mismos pleitos, incluso con los mismos argumentos, y re-sienten esos sentimientos que evocan un pasado que los mantienen esclavizados y que solo puede proyectar un futuro sujeto a la ley de la causa y el efecto.

No somos iguales. Mujeres y hombres, niños, niñas, niñes y viejos, viejas, viejes…

Somos diferentes, somos perfectas vidas imperfectas que se complementan. Somos energía que vibra y atrae aquello que resuena, somos parte del todo, una gota en el océano de las posibilidades infinitas.

¿Cuándo dejaremos de centrarnos en todo aquello que nos separa y comenzaremos a mirarnos en las diferencias que nos unen?

¿Cuándo dejaremos de buscar culpables para comenzar a mirarnos como lo que somos, solo víctimas de víctimas?

Cuando comprenderemos que frente a esa “otra persona”, eso “otro” que piensa, siente y actúa diferente a mí, solo tengo dos opciones: o me esfuerzo para tener la razón o me esfuerzo por aprender.

Deseo que este 8M sea un día de encuentro entre personas que quieren sanar para comenzar a encarnar el cambio que tanto anhelan ver en el mundo.

No hay texto alternativo para esta imagen

 

Abrir chat
¡Hola! ¿Necesitas ayuda?
Equipo Global Virtual Village
Hola 👋 ¿cómo puedo ayudarte?