Los ánimos están exacerbados, las discusiones se antagonizan y las frases hechas y repetidas justifican las creencias en ambos bandos. Se esgrime la historia como argumento válido para proyectar una predicción fatalista en un escenario actual que está siendo contemplado desde los paradigmas de un mundo que ya no existe. Al fin y al cabo, como decía Henry Ford, tanto si crees que puedes como si no, siempre tendrás la razón.

No hay texto alternativo para esta imagen

Habitar la cámara de eco es una experiencia en apariencia agradable. Te rodeas de gente que no te contradice, apoya tus argumentos y repiten tus sentencias como válidas y dadoras de “verdad irrefutable”. Entonces, te encuentras en un espacio en el que solo escuchas tus propios pensamientos en las voces de quienes has elegido como tus relaciones más cercanas. Evidentemente, no me estoy refiriendo a esas relaciones íntimas que te plantan cara, sino a las demás relaciones que no te desafían, a esos amigos con los que sales a tomar un trago, con los compartes el asado, o las reuniones sociales. En la cámara de eco el “otro”, ese que piensa distinto, ese ser humano que tiene una opinión contraria, se convierte en el enemigo acérrimo al que hay que, o convencer para que reconozca su error y te encuentre la razón, o de alguna forma legal (o no tanto), dejarlo sin voz, acallándolo, eliminándolo, exterminándolo, encerrándolo…

En esta Era de la información, la cámara de eco hace referencia a ese comportamiento que tiende a la auto segmentación que hacemos en las redes sociales al decidir seguir a una cuenta determinada por sobre otra. Tenemos la tendencia a seguir a usuarios/as que tienen un pensamiento y una opinión similar a la nuestra, por lo tanto, seguimos solo cuentas que se ajustan a nuestras propias convicciones, evitando aquellas cuentas que comparten contenidos que no son de nuestro agrado, reproduciendo en la virtualidad, nuestro comportamiento de la dimensión física, cuando nos rodeamos de personas que piensan, dicen y se comportan de la forma en que para nosotros, constituye un “igual”, un cercano, un miembro de nuestra tribu, de nuestro clan.

Si a esto le sumamos las segmentaciones algorítmicas que las mismas redes producen para filtrar el contenido que las personas visualizan en sus “páginas de inicio”, tendremos como resultado, una exacerbación de nuestra cámara de ecouna profundización de las diferencias que nos separan de “los otros”, una ampliación de la grieta que nos aleja de lo único que puede hacernos mejores como seres humanos: la “otredad”.

¿Quién es “el otro” o “la otredad”?

El “otro” es el que está mal, por lo tanto, yo estoy en lo correcto, yo soy el bueno y el poseedor de “la verdad”. Y como habito el espacio físico y virtual de mi cámara de eco, creo genuinamente que la gran mayoría piensa como yo. Escucho sus fundamentos, me nutro de sus opiniones (que son afines a las mías), aprendo nuevos argumentos y me siento confortable perteneciendo a esta tribu/clan de gente “buena”. Me reafirmo en la negatividad del otro distinto, ya que creo firmemente que mi opinión y mi creencia están fundadas en la objetividad de los datos que me proporciona fácilmente internet en mis cuentas.

No hay texto alternativo para esta imagen

¿No será que el exceso de información nos está infoxicando hasta el punto de desinformarnos y deformarnos?

¿No será que el exceso de igualdad en el que habito rodeado de los miembros de mi tribu/clan me sostiene en una zona en el que la comunicación ubicua y aparentemente permanente, deja de ser comunicativa para simplemente proveerme de argumentos que me reafirman en mi verdad?

Lo mismo que pasa con la sugerencia de Netflix o las páginas web que reproducen nuestros hábitos de consumo de información, preferencias y gustos, las redes sociales nos permiten acumular seguidores o amigos sin la experiencia de un encuentro, sin la oportunidad de acceder a un ser distinto que nos pueda aportar. Las redes se convierten en los muros de nuestra posibilidad de crecimiento, porque al conocer personas iguales y generar vínculos con quienes piensan y sienten igual, lo que estamos haciendo es hacer pasar de largo a los desconocidos, a los distintos, volviendo nuestro horizonte de experiencia algo demasiado estrecho.

No hay texto alternativo para esta imagen

La información que nos proporciona internet no se constituye como única verdad, ya que no puede representar la complejidad de la realidad y las experiencias interrelacionadas de las personas. Podemos justificar cualquier decisión que tomemos, encontrando patrones en los datos para convencer a los demás de nuestros argumentos. No se trata de juzgar si hay buena o mala intención, es simplemente que ha llegado la hora de terminar con esa tendencia analógica de validar como “verdad” una interpretación de determinados datos.

Nosotros los habitantes de la cuarta revolución industrial o sociedad de la información, necesitamos aprender a cuestionarlo todo. Cuando estemos frente a una “verdad revelada” necesitamos escrudiñar la “data” que la sostiene. Esa data que existe en abundancia y que proviene de variadas fuentes, necesita que nos preguntemos primero cómo se recolectaron los datos, qué datos se dejaron fuera, quién financia esa recolección de datos, etc. Y entonces, viene la magia de nuestra Era digital: como las fuentes son variadas y abundantes, podemos aplicar pensamiento complejo para cruzar información y aplicar criterios éticos en su utilización, para propender a reforzar el valor de la diversidad y la validación de que se “otro” que piensa distinto a mí, no es un ser humano “malo”, no está equivocado, y merece, tanto como yo, vivir la experiencia de la aceptación y la valoración

Es precisamente “lo distinto” lo que nos permite la transformación. Lo igual, esa mismidad que habita en la cámara de eco, no duele, no incomoda. Y esta ausencia de dolor, de malestar, es la que da paso al “like”, ese “like” que alimenta mi pertenencia a mi tribu/clan, que sostiene y refuerza mi “mismidad”.

Tormenta perfecta.

La información no es lo mismo que conocimiento. Los millones de terabytes de datos están allí para ser utilizados a nuestro arbitrio sin que ello constituya conocimiento transformador. El saber que precede a la transformación que acompaña nuestro fluir por esta vida, es un proceso lento y atemporal. Podemos hoy entender recién por qué tuvimos que vivir esa experiencia que tanto nos marcó. Podemos experimentar que todo encaja en un instante del presente que está sostenido por un espacio abierto, con fronteras líquidas que no conocen más eco que el murmullo de los compases asincrónicos de la atonalidad de esta era atomizada.

Estamos en medio de una tormenta perfecta en la que vivir es surfear las grandes olas del desarrollo exponencial de las tecnologías que estás arrasando con todo lo conocido, y eso incluye, las formas en las que hacíamos las cosas hasta hoy.

No hay texto alternativo para esta imagen

Me hago cargo de que esta no es la postura política que a muchos les gustaría encontrar en un artículo a días de las elecciones presidenciales en Chile. Pero me siento totalmente consecuente con mi visión de la política que le hace falta a esta sociedad del siglo XXI, en donde la capacidad de predecir ya no existe de la misma forma en la que estábamos habituados. No podemos predecir en base a los hechos del pasado. El futuro ya es presente y el Chile que queremos co construir lo hacemos desde los “likes”, desde nuestra forma de aparecer en las RRSS, desde lo que valido, a quienes sigo, cómo me relaciono con el “otro”, como encarno los valores en los que digo creer, como alineo mi pensamiento con mi palabra y con mi acción.

La historia nos sirve para reconocernos, no para reforzar nuestras cámaras de eco. Como humanidad, desde que comenzamos a vivir en sistemas sociales complejos, hemos utilizado los datos sobre las personas para tomar decisiones que involucran a las comunidades. Desde las primeras civilizaciones hemos utilizado los datos para almacenar y administrar cosechas, justificar decisiones económicas, de guerra y de paz, mejorar los resultados de las políticas públicas, derrocar gobiernos, etc. Pero también, hemos utilizado la información disponible para discriminar, vigilar y acumular poder y sostener el efecto riqueza en alas de cualquiera de los “ismos”, entre otras tantas atrocidades.

Este domingo 19 un amplio sector de nuestra nación se sentirá derrotado, se sumirán en sus cámaras de eco en las que reforzarán sus miedos y se agrandarán los más temibles fantasmas de un pasado que no puede volver, porque jamás la historia ha podido regresar.

Bienvenido el conflicto.

Mi llamado es a mirar el presente-futuro no carente de conflicto. Habitar en la convicción de nuestros principios, habitar en la creencia firme del principio del amor como rector de todo cuanto nos rodea, implica aceptar que vivir es danzar en un estado de permanente conflicto. El verdadero desafío está en ser capaz de entender y alegrarse de que hay otro que viva, que actúe y que sienta de forma distinta e incluso opuesta a cómo hacemos nosotroNo hay texto alternativo para esta imagens las cosas.

 Si logramos romper con nuestros paradigmas y salir de nuestras cámaras de eco, comenzaremos a habitar un escenario de encuentro, comenzaremos a aceptar que el “otro” también tiene su propia verdad, y que la construcción de una sociedad justa comienza con la aceptación de una convivencia pacífica de profunda escucha, no como un acto pasivo que busca defender los puntos de vista, sino que, como una ACCIÓN que le da la bienvenida a la alteridad, que se pone en el acto de escucha desde la genuina creencia de que el “otro” distinto, vale la pena, y su diferencia me puede aportar.

No se trata de intercambiar información, ni buscar patrones comunes para negociar sobre las diferencias. Eso lo puede hacer la Inteligencia artificial, y les aseguro que lo hace mucho mejor que nosotros. Machine Learning, que está aprendiendo de nuestros odiosos debates en las RRSS, está aprendiendo a justificar, a usar la data para argumentar, para invalidar el punto del contrincante, para antagonizar de forma sólida y con basta información validada por datos.

El real aporte de valor del ser humano, y por supuesto, de las chilenas y chilenos que nos levantaremos este domingo, es la capacidad que POSEEMOS de ser empáticos, propositivos y conscientes de la profunda necesidad de comenzar a hacer las cosas de forma totalmente distinta a cómo la hicieron quienes edificaron la cultura de la cámara de eco que nos divide y estanca.

Abrir chat
¡Hola! ¿Necesitas ayuda?
Equipo Global Virtual Village
Hola 👋 ¿cómo puedo ayudarte?